Por: Carlos Jaime Fajardo
Revista Viento del Sur
25 de Abril de 2011
La Semana Santa pasada, recuerda hechos bíblicos en los que se resalta, entre otros, la traición que Judas hizo a Jesús al venderlo por unas monedas al imperio romano, situación que parecía no repetirse por que el traidor había muerto al colgarse de una soga, pero en pleno siglo XXI ha resucitado.
Esta vez, traiciona a una nación, a un pueblo, pero al igual que antes por unas pocas monedas, utilizando un estilo fariseo pretende presentarse como un buen apóstol.
Hace pocos meses entregó el 10% del territorio nacional a 27 bloques de exploración minera, y su meta es hacerlo con el 52%, ello amparado en el código minero, que beneficia a las grandes multinacionales y ataca a las pequeñas explotaciones.
Anda afanado buscando firmas de tratados comerciales, que afectarán a pequeños productores tanto agrícolas como industriales, en beneficio de grandes importadores y exportadores, que financiaron su campaña.
Pretende convertir la estabilidad de sus arcas, en una ley que llama sostenibilidad fiscal, como un derecho supremo por encima de los fundamentales, para evitar que se cumplan tutelas o reparaciones de las víctimas, dando cumplimiento a sus amos del norte.
Como si fuera poco, ahora se escuda en la ola invernal, para proponer medidas que están en función de su proyecto económico y político, como por ejemplo centralizar las corporaciones autónomas regionales, cobrar más impuestos diciendo que no hay plata para otras cosas, dizque porque a los damnificados se les está girando todo.
Lo peor es que dicha traición la llama prosperidad para todos, cuando en realidad lo que está sucediendo es que la nación se está arruinando, pues con su Plan de Desarrollo busca privatizar más la educación, precarizar lo laboral con su cuento de primer empleo y con su formula de unidad nacional, controlar las precarias instituciones democráticas.
Entonces, esta semana de pascua, debe servir de reflexión para identificar los “judas” que aún quedan, ya que los doscientos años después de la independencia, han estado marcados por ese bíblico personaje.
Revista Viento del Sur
25 de Abril de 2011
La Semana Santa pasada, recuerda hechos bíblicos en los que se resalta, entre otros, la traición que Judas hizo a Jesús al venderlo por unas monedas al imperio romano, situación que parecía no repetirse por que el traidor había muerto al colgarse de una soga, pero en pleno siglo XXI ha resucitado.
Esta vez, traiciona a una nación, a un pueblo, pero al igual que antes por unas pocas monedas, utilizando un estilo fariseo pretende presentarse como un buen apóstol.
Hace pocos meses entregó el 10% del territorio nacional a 27 bloques de exploración minera, y su meta es hacerlo con el 52%, ello amparado en el código minero, que beneficia a las grandes multinacionales y ataca a las pequeñas explotaciones.
Anda afanado buscando firmas de tratados comerciales, que afectarán a pequeños productores tanto agrícolas como industriales, en beneficio de grandes importadores y exportadores, que financiaron su campaña.
Pretende convertir la estabilidad de sus arcas, en una ley que llama sostenibilidad fiscal, como un derecho supremo por encima de los fundamentales, para evitar que se cumplan tutelas o reparaciones de las víctimas, dando cumplimiento a sus amos del norte.
Como si fuera poco, ahora se escuda en la ola invernal, para proponer medidas que están en función de su proyecto económico y político, como por ejemplo centralizar las corporaciones autónomas regionales, cobrar más impuestos diciendo que no hay plata para otras cosas, dizque porque a los damnificados se les está girando todo.
Lo peor es que dicha traición la llama prosperidad para todos, cuando en realidad lo que está sucediendo es que la nación se está arruinando, pues con su Plan de Desarrollo busca privatizar más la educación, precarizar lo laboral con su cuento de primer empleo y con su formula de unidad nacional, controlar las precarias instituciones democráticas.
Entonces, esta semana de pascua, debe servir de reflexión para identificar los “judas” que aún quedan, ya que los doscientos años después de la independencia, han estado marcados por ese bíblico personaje.
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