Por: Carlos Jaime Fajardo
Revista Viento del Sur
20 de Marzo de 2011
A raíz de las víctimas que dejó el invierno, se incluyó en el Plan de Desarrollo, la locomotora de gestión ambiental y de riesgos de desastres, en el marco de lo que el gobierno denomina “prosperidad para todos”, dándole mayor importancia a esta problemática.
Bajo dicha política, los gremios económicos y funcionarios del gobierno la tomaron a la tragedia invernal como una oportunidad para la inversión de capitales, por ejemplo el ministro de Transporte en enero afirmó: “Esta es la oportunidad para dotar a Colombia de la infraestructura adecuada”, mientras el presidente del Grupo Grodco y miembro del conglomerado Odinsa, Gustavo Rodríguez, dijo “que la ola invernal se convirtió en una oportunidad que tanto el Gobierno como el sector de la ingeniería deberán aprovechar”.
Por ende no debe extrañarnos que después de más de tres meses, la tragedia de los habitantes de Gramalote en Norte de Santander, no ha sido resuelta, a pesar de los anuncios de la fundación Colombia Humanitaria, por medio de la cual el gobierno Santos prestaría atención a las víctimas del invierno. Sin duda no es el único caso, donde las promesas gubernamentales no han sido cumplidas.
Lo anterior se explica por la concepción del gobierno de no realizar gasto social, sino inversión en lo social, es decir, encontrar en las tragedias una posibilidad para negociar, donde el capital privado entra a jugar un papel importante. Por ello, se resolverá los casos de los damnificados que encajen en macroproyectos, como la propuesta de conformar nuevos poblados, donde existen planes económicos de gran importancia, por donde pasen las nuevas líneas ferroviarias o la conformación de empresas a las orillas de los grandes ríos; tal vez invertir en Gramalote no sea oportunidad de negocio.
Donde resolver la tragedia sea rentable se hará, donde no, tendrán que esperar las promesas de los candidatos de las próximas elecciones, quienes también la aprovecharán para sus campañas. ¿Entonces prosperidad para quién?
Revista Viento del Sur
20 de Marzo de 2011
A raíz de las víctimas que dejó el invierno, se incluyó en el Plan de Desarrollo, la locomotora de gestión ambiental y de riesgos de desastres, en el marco de lo que el gobierno denomina “prosperidad para todos”, dándole mayor importancia a esta problemática.
Bajo dicha política, los gremios económicos y funcionarios del gobierno la tomaron a la tragedia invernal como una oportunidad para la inversión de capitales, por ejemplo el ministro de Transporte en enero afirmó: “Esta es la oportunidad para dotar a Colombia de la infraestructura adecuada”, mientras el presidente del Grupo Grodco y miembro del conglomerado Odinsa, Gustavo Rodríguez, dijo “que la ola invernal se convirtió en una oportunidad que tanto el Gobierno como el sector de la ingeniería deberán aprovechar”.
Por ende no debe extrañarnos que después de más de tres meses, la tragedia de los habitantes de Gramalote en Norte de Santander, no ha sido resuelta, a pesar de los anuncios de la fundación Colombia Humanitaria, por medio de la cual el gobierno Santos prestaría atención a las víctimas del invierno. Sin duda no es el único caso, donde las promesas gubernamentales no han sido cumplidas.
Lo anterior se explica por la concepción del gobierno de no realizar gasto social, sino inversión en lo social, es decir, encontrar en las tragedias una posibilidad para negociar, donde el capital privado entra a jugar un papel importante. Por ello, se resolverá los casos de los damnificados que encajen en macroproyectos, como la propuesta de conformar nuevos poblados, donde existen planes económicos de gran importancia, por donde pasen las nuevas líneas ferroviarias o la conformación de empresas a las orillas de los grandes ríos; tal vez invertir en Gramalote no sea oportunidad de negocio.
Donde resolver la tragedia sea rentable se hará, donde no, tendrán que esperar las promesas de los candidatos de las próximas elecciones, quienes también la aprovecharán para sus campañas. ¿Entonces prosperidad para quién?
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