Por: Carlos Jaime Fajardo
Revista Viento del Sur
20 de Mayo de 2012
Acontecimientos como la Cumbre de las Américas, las pugnas entre el uribismo y el santismo, las reformas administrativas del Estado, el incremento de la inversión extranjera y la implementación del TLC, expresan que Colombia transita por un derrotero económico y político que es necesario comprender.
El objetivo general de dicho rumbo es convertir al país en una plataforma de la inversión extranjera, brindando a ésta plena seguridad jurídica y militar, en contra de los intereses nacionales. En tal perspectiva, una tarea inmediata fue la implementación del TLC, que facilitará la llegada de más capital financiero, de multinacionales y mercancías que afectarán la producción nacional, favoreciendo a sectores azucareros, palmeros, floricultores y de biocombustibles, en manos de sectores pudientes; mientras se afectará a productores de leche, aves, cuero, arroz, por citar algunos casos, donde los damnificados serán los medianos y pequeños productores. Otra tarea es incrementar la confianza inversionista, por eso el presidente declara que en Colombia no se expropia; el gobierno de Uribe la llevó hasta 10.000 millones de dólares anuales, Santos en este momento la ascendió a 15.000 y pretende llevarla a 20.000 al finalizar su periodo en el 2014.
Con el reordenamiento territorial y la constitución de las agencias, Santos busca mayor centralización de los recursos mineros, energéticos, contratos de infraestructura e inversión social, dineros de las regalías y latifundios para implementar megaproyectos agrícolas, debido a que tales recursos, están en manos de gamonales, narcos y paramilitares con control territorial, participes del uribismo, lo cual dificulta su entrega directa a inversionistas extranjeros allegados al actual presidente; lo anterior, es lo que ha generado las peleas al interior de las clases dominantes, pues son miles de millones de dólares los que se están disputándose en el plato, de ahí las puyas, las trabas, las ofensas, los paros de los paras y por que no, las bombas y los golpes.
Ese rumbo que las clases dirigentes le están dando al país, afecta a los sectores populares, y a la nación en general, pues los recursos están siendo entregados al capital financiero para sus macroproyectos. Hasta el momento ya se entregó una cuarta parte del país, dejándonos contaminación, pobreza, desplazados y muertos. Y a eso, le llaman prosperidad democrática.
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