Por: Carlos Jaime Fajardo
Llama la atención cómo la movilización de los estudiantes universitarios en los últimos meses, con el apoyo de otros sectores sociales lograron hacer reversar al gobierno de Santos su propuesta de mercantilizar la educación superior, sobre todo porque éste confiaba que con la antidemocrática formula de la Unidad Nacional podría llevar a cabo la aprobación del proyecto de reforma a la Ley 30 sin obstáculo alguno.
Esta victoria del movimiento social y político estudiantil colombiano es significativa, pues en las últimas décadas no se ha presentado un triunfo de tal magnitud en defensa del derecho a la educación, tal vez lo mas cercano sean los sucesos de 1971, cuando la lucha estudiantil logró el cogobierno en las universidades, sacó la iglesia y los representantes de las multinacionales de los órganos directivos; aunque no se logró reversar la política del llamado Plan Básico, orientado por organismos internacionales, es un acontecimiento memorable.
En el actual triunfo, si bien al interior de la llamada Unidad Nacional se presentó una pelea entre los seguidores de Uribe y los de Santos, lo que llevó a que congresistas de la U pidieran el retiro del proyecto, el aspecto principal fue la movilización social, de ahí que además del retiro de la reforma, otro logro fundamental haya sido la unidad y conciencia que alcanzó el movimiento estudiantil, expresado en la Mesa Amplia Nacional de Estudiantes, MANE, lo cual hay que preservar. Unido a dichos logros está la enseñanza a todos los colombianos de que vale la pena reclamar los derechos y no quedarse en el conformismo.
En oposición a este triunfo, el gobierno buscará imponer sus políticas neoliberales a como de lugar, pretendiendo destruir el movimiento estudiantil, ya sea confrontándolo por medio de la represión como lo sugirió el ex vicepresidente facho Santos o por medio de la cooptación como lo propone el actual vicepresidente Angelino Garzón, situación que exige mayor madurez estudiantil, dándole un trato adecuado a las diferencias políticas buscando estrechar los lazos de unidad.
Ahora el énfasis está en poder concretar la propuesta de reforma que sirva a los intereses de la nación y a los sectores populares y no a las locomotoras de la inversión extranjera como lo sueña Santos; para lograrlo se requiere formular una metodología que permita la participación y decisión de los diferentes sectores sociales, sin que dejen de movilizarse.
Llama la atención cómo la movilización de los estudiantes universitarios en los últimos meses, con el apoyo de otros sectores sociales lograron hacer reversar al gobierno de Santos su propuesta de mercantilizar la educación superior, sobre todo porque éste confiaba que con la antidemocrática formula de la Unidad Nacional podría llevar a cabo la aprobación del proyecto de reforma a la Ley 30 sin obstáculo alguno.
Esta victoria del movimiento social y político estudiantil colombiano es significativa, pues en las últimas décadas no se ha presentado un triunfo de tal magnitud en defensa del derecho a la educación, tal vez lo mas cercano sean los sucesos de 1971, cuando la lucha estudiantil logró el cogobierno en las universidades, sacó la iglesia y los representantes de las multinacionales de los órganos directivos; aunque no se logró reversar la política del llamado Plan Básico, orientado por organismos internacionales, es un acontecimiento memorable.
En el actual triunfo, si bien al interior de la llamada Unidad Nacional se presentó una pelea entre los seguidores de Uribe y los de Santos, lo que llevó a que congresistas de la U pidieran el retiro del proyecto, el aspecto principal fue la movilización social, de ahí que además del retiro de la reforma, otro logro fundamental haya sido la unidad y conciencia que alcanzó el movimiento estudiantil, expresado en la Mesa Amplia Nacional de Estudiantes, MANE, lo cual hay que preservar. Unido a dichos logros está la enseñanza a todos los colombianos de que vale la pena reclamar los derechos y no quedarse en el conformismo.
En oposición a este triunfo, el gobierno buscará imponer sus políticas neoliberales a como de lugar, pretendiendo destruir el movimiento estudiantil, ya sea confrontándolo por medio de la represión como lo sugirió el ex vicepresidente facho Santos o por medio de la cooptación como lo propone el actual vicepresidente Angelino Garzón, situación que exige mayor madurez estudiantil, dándole un trato adecuado a las diferencias políticas buscando estrechar los lazos de unidad.
Ahora el énfasis está en poder concretar la propuesta de reforma que sirva a los intereses de la nación y a los sectores populares y no a las locomotoras de la inversión extranjera como lo sueña Santos; para lograrlo se requiere formular una metodología que permita la participación y decisión de los diferentes sectores sociales, sin que dejen de movilizarse.