Por: Carlos Jaime Fajardo
Revista Viento del Sur
Octubre 23 de 2010
Recientemente se han escuchado noticias sobre mineros enterrados, en diferentes partes de América, como Chile, Ecuador y Colombia, dando gran despliegue al show del rescate, sin cuestionar las condiciones laborales de tales trabajadores y menos las ganancias que arroja tal actividad, ni las consecuencias ambientales y sociales que deja.
Se decía que el petróleo era el oro negro, ahora puede decirse que el oro es el petróleo amarillo, por el alto precio que ha venido adquiriendo, 1.300 dólares la onza, lo que equivale a unos 40 millones de pesos la libra; con ese precio tan alto se está justificando todo.
Ejemplo de ello es el proyecto de explotación de oro a cielo abierto, de la multinacional canadiense Greystar Resources, en el Páramo de Santurbán en límites de los santanderes, para lo cual no falta sino la licencia medioambiental, pues ya cuenta con batallón de alta montaña en el municipio de California, para garantizar la inversión de 6.300 millones de dólares; allí se podrían extraer hasta 300 mil onzas por año, y ya hay reservas probadas de 10 millones de onzas. Sin importar los altos costos ambientales pues dicho páramo surte de agua a gran parte de las poblaciones de dichos departamentos, con siete lagunas como riqueza hídrica, las cuales están en peligro de ser contaminadas.
Otro ejemplo, en Cajamarca Tolima, donde la multinacional sudafricana Anglogold Ashanti pretende saquear el oro con graves impactos ambientales y sociales, lo cual justifican con el argumento de generar empleo, inversión extranjera y riqueza, vale recordar que en el Chocó hace décadas se adelantan explotaciones similares y lo único que han dejado es pobreza. Este yacimiento interesa codiciosamente a los saqueadores por ser una de las diez explotaciones mas grandes del mundo, aspirando a duplicar la cantidad de oro a nivel nacional, que fue en el año 2004 de 37 toneladas, equivalente a una tractomula llena de oro, tal vez por ello dicho proyecto lo llaman “La Colosa”. Por su parte, la multinacional Colombia Goldfields, con sede en Canadá realiza explotaciones en Antioquia y Caldas, anunciando que su proyecto de Caramanta, en Marmato, promete rendimientos de hasta el 100% en los próximos años.
Para permitir este saqueo, se aprobó por parte del cuestionado Congreso en el gobierno del ex presidente Uribe, el llamado Código Minero para entregar en concesión dichos recursos, ello en estrecha relación con la política del presidente Santos, que centra la economía en el sector minero y energético; por su parte, los medios de comunicación han venido creando un estigma sobre la pequeña minería informal, llamándola ilegal y peligrosa, para justificar la presencia de dichas multinacionales, todo ello en el marco de la llamada prosperidad democrática.
Es irónico que este saqueo suceda en pleno bicentenario de independencia, a pesar de la resistencia en los últimos 518 años de colonización, lo que exige que las comunidades directamente afectadas y los verdaderos patriotas, dinamicen la defensa de sus territorios, teniendo en cuenta la experiencia de otros pueblos, como en Bolivia donde su gobierno en el año 2005, nacionalizó la explotación del oro negro, que estaba en manos de 23 multinacionales.
Revista Viento del Sur aporta a la construcción de una plena democracia.
Datos personales
- Revista Viento del Sur
- En el año 2004 nació el proyecto de la Revista Viento del Sur en Colombia, con publicaciones semestrales. Hoy llegamos a la edición No. 8, hemos realizado programas radiales cada semana en la Ud Stereo durante los últimos 5 años. Se han desarrollado seminarios académicos sobre temas como: La historia de la protesta urbana en Bogotá, los 80 años de la Masacre de las Bananeras, Memoria de las revoluciones, e Industrias culturales, medios de comunicación y dominación. Somos miembros promotores de la Coordinación Colombiana de Medios Alternativos CCMA.
domingo, 24 de octubre de 2010
RAZONES Y RUMORES DE LA DIPLOMACIA
Por
Carlos Jaime Fajardo
Revista Viento del Sur
Octubre 16 de 2010
Esta semana, el presidente Santos afirmó que no permitiría que nadie se interpusiera en las relaciones que estaba adelantando con el gobierno venezolano, lo cual llegó a pensarse que era en advertencia a políticos cercanos al presidente Uribe, que han cuestionado dichos acercamientos.
En cuanto a las relaciones diplomáticas, se han presentado cambios en el manejo con Ecuador y Venezuela, pero no puede pensarse que hay cambio en la estratégía del proyecto uribista en general, pues los ajustes en tales relaciones obedecen a condiciones particulares, que requerían tales virajes.
Vale señalar la diferencia en el manejo en las relaciones diplomáticas entre Uribe y Santos, pues el primero dio exclusividad a la política de la seguridad democrática, descuidando aspectos comerciales que afectan a grandes empresarios; mientras el segudno incluye, además del tema de la seguridad democrática, las relaciones comerciales, desarrollo de infraestructura, aspectos sociales, lo cual se manifestó en las comisiones creadas, ello en estrecha relación con los tres huevos uribistas.
Por otra parte, debe señalarse que Santos y Chavez representan y mantienen dos estrategias diferentes, tanto en lo económico, político y militar, no es de estrañar los acuerdos alcanzados en la pasada cumbre de Santa Marta, ya que por lo general, sobre todo después de la guerra fría, antes que darle prioridad a aspectos ideológicos en las relaciones entre Estados, ha prevalecido las pretenciones comerciales, de complementariedad o pragmáticas. Incluso en la guerra fría guardando las proporciones, Nixon y Mao Ste Tung, llegaron a acuerdos diplomáticos, sin que por ello se cambiara de estrategia.
Por ende la situación presentada entre Santos y Chavez, se enmarca dentro de las jugadas tácticas, tanto de uno como de otro Estado, ya que la correlación de fuerzas, como las necesidades económicas y políticas, así lo exigen.
Desde el lado del Estado colombiano y por ende de las élites dominantes, la necesidad de desarrollar y ampliar mercados para la exportación, así como facilitar la inversión en proyectos de infraestructura, no daba espera, pues la pérdida del mercado venezolano, no sólo afectaba la frontera, sino que estaba afectando a grandes empresarios del oriente y centro del país. Por otra parte, como se ha venido expresando de diferentes maneras, las bases militares estadounidenses en territorio colombiano, siguen en la lógica de frenar la llamada amenaza del bolivarianismo, como lo expuso el pentagono en el documento santa fé IV, desde la década pasada.
Desde el lado del Estado venezolano, con el socialismo del siglo XXI, , la necesidad de consolidar los procesos de nacionalización, la integración latinoamericana, manejar las elecciónes parlamentarias venideras y ganar tiempo para la preparación militar, le exigía atenuar la contradicción agudizada con Uribe.
Por tanto comprender que ni el cambio de estilo del gobierno Santos, ni el restablecimiento de relaciones diplomáticas, indican un cambio en las políticas estructurales, al contrario se dan en medio del continuismo, lo cual alegra a sectores que se han beneficiado con el modelo, confunde a quienes no lo consideran así y advierte a los que han criticado las secuelas del uribismo.
Carlos Jaime Fajardo
Revista Viento del Sur
Octubre 16 de 2010
Esta semana, el presidente Santos afirmó que no permitiría que nadie se interpusiera en las relaciones que estaba adelantando con el gobierno venezolano, lo cual llegó a pensarse que era en advertencia a políticos cercanos al presidente Uribe, que han cuestionado dichos acercamientos.
En cuanto a las relaciones diplomáticas, se han presentado cambios en el manejo con Ecuador y Venezuela, pero no puede pensarse que hay cambio en la estratégía del proyecto uribista en general, pues los ajustes en tales relaciones obedecen a condiciones particulares, que requerían tales virajes.
Vale señalar la diferencia en el manejo en las relaciones diplomáticas entre Uribe y Santos, pues el primero dio exclusividad a la política de la seguridad democrática, descuidando aspectos comerciales que afectan a grandes empresarios; mientras el segudno incluye, además del tema de la seguridad democrática, las relaciones comerciales, desarrollo de infraestructura, aspectos sociales, lo cual se manifestó en las comisiones creadas, ello en estrecha relación con los tres huevos uribistas.
Por otra parte, debe señalarse que Santos y Chavez representan y mantienen dos estrategias diferentes, tanto en lo económico, político y militar, no es de estrañar los acuerdos alcanzados en la pasada cumbre de Santa Marta, ya que por lo general, sobre todo después de la guerra fría, antes que darle prioridad a aspectos ideológicos en las relaciones entre Estados, ha prevalecido las pretenciones comerciales, de complementariedad o pragmáticas. Incluso en la guerra fría guardando las proporciones, Nixon y Mao Ste Tung, llegaron a acuerdos diplomáticos, sin que por ello se cambiara de estrategia.
Por ende la situación presentada entre Santos y Chavez, se enmarca dentro de las jugadas tácticas, tanto de uno como de otro Estado, ya que la correlación de fuerzas, como las necesidades económicas y políticas, así lo exigen.
Desde el lado del Estado colombiano y por ende de las élites dominantes, la necesidad de desarrollar y ampliar mercados para la exportación, así como facilitar la inversión en proyectos de infraestructura, no daba espera, pues la pérdida del mercado venezolano, no sólo afectaba la frontera, sino que estaba afectando a grandes empresarios del oriente y centro del país. Por otra parte, como se ha venido expresando de diferentes maneras, las bases militares estadounidenses en territorio colombiano, siguen en la lógica de frenar la llamada amenaza del bolivarianismo, como lo expuso el pentagono en el documento santa fé IV, desde la década pasada.
Desde el lado del Estado venezolano, con el socialismo del siglo XXI, , la necesidad de consolidar los procesos de nacionalización, la integración latinoamericana, manejar las elecciónes parlamentarias venideras y ganar tiempo para la preparación militar, le exigía atenuar la contradicción agudizada con Uribe.
Por tanto comprender que ni el cambio de estilo del gobierno Santos, ni el restablecimiento de relaciones diplomáticas, indican un cambio en las políticas estructurales, al contrario se dan en medio del continuismo, lo cual alegra a sectores que se han beneficiado con el modelo, confunde a quienes no lo consideran así y advierte a los que han criticado las secuelas del uribismo.
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